Obra Maravillosa

Libro "La Biblia Aclarada", Cap. 20, Tomo 1

Narración: Hno. Mauricio Genolet

Obra maravillosa es, sin duda, la de Dios. Porque contemplamos las obras de los hombres, que muchas son hermosas, en sus distintas fases, obras antiguas y modernas; y más ahora con la multiplicación de la ciencia, como dice el profeta, hablando de los últimos tiempos. Pero contemplamos la Obra de Dios a través de los siglos y la de los hombres, y nos parece mirar a un gran ingeniero con una no menos ingeniosa Obra, y a un niño que con sus cositas de juego, lo quiere imitar. Porque es cosa difícil que el hombre alterque con Dios, empezando que él no es dueño de su vida, tanto, que no sabe si mañana estará en pie, por lo que conviene atender la palabra del Apóstol Santiago en su Epístola Universal, cap. 4, vrs. 13, 14 y 15, que dice:

Ea ahora, los que decís: Hoy y mañana iremos a tal ciudad, y estaremos allá un año, y compraremos mercadería y ganaremos: Y no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es un vapor que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece. En lugar de lo cual deberíais decir: Si el Señor quisiere, y si viviéremos, haremos esto o aquello.”

Y como dijo el profeta Isaías (cap. 55, vrs. 8 y 9): Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.”

Y como decía: Obra de excelente Maestro es la del Creador, porque en cuanto al hombre, dice el predicador, hijo de David, Rey en Jerusalém, así: “Tornéme, y vi debajo del sol, que ni es de los ligeros la carrera, ni la guerra de los fuertes, ni aun de los sabios el pan, ni de los prudentes las riquezas, ni de los elocuentes el favor; sino que tiempo y ocasión acontece a todos. Porque el hombre tampoco conoce su tiempo: como los peces que son presos en la mala red, y como las aves que se prenden en lazo, así son enlazados los hijos de los hombres en el tiempo malo, cuando cae de repente sobre ellos.”

Ahora, si el hombre no conoce su tiempo, en cuanto a lo suyo propio, más difícil creo, es conocer el tiempo respecto a la Obra de Dios.

Ahora, Pablo dice (Primera Corintios 3, vr. 10): Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima: empero cada uno vea cómo sobreedifica.”

Así que, deteniéndonos en la Obra del Creador, se nos va aclarando la vista como cuando Jesús sanó a aquel ciego que primeramente veía a los hombres como árboles, y luego los vió con toda claridad (San Marcos, cap. 8, vrs. 22 al 25).

Porque por eso está escrito en los Hechos, cap. 13, vr. 41, así: “Mirad, oh menospreciadores, y entonteceos, y desvaneceos; Porque yo obro una obra en vuestros días, Obra que no creeréis, si alguien os la contare.” Porque, ¿qué razón hay para no entenderse donde el Dios es el mismo?

Porque tres son ellos: Padre, Hijo y Espíritu Santo y Tres son los Pueblos. ¿Por qué dice: Pueblo, Nación y Lengua? Esa es la Obra del Creador a través de Pueblo, Nación y Lengua. Cada Obra con su Maestro, su base y fundamento. El maestro de la Obra Primera fue Dios, que es Jehová de los Ejércitos, porque cuando Dios lo mandó a Moisés a sacar a su Pueblo de la esclavitud de Egipto, Moisés le dijo a Dios (Éxodo, cap. 3, vrs. del 11 hasta el 15): “¿Quién soy yo, para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los Hijos de Israel? Y él le respondió: Ve, porque yo seré contigo; y esto te será por señal de que yo te he enviado: luego que hubieres sacado este pueblo de Egipto, serviréis a Dios sobre este monte. Y dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo, El Dios de vuestros Padres me ha enviado a vosotros; si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre? ¿qué les responderé?

Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me ha enviado a vosotros. Y dijo más Dios a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: Jehová, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Este es mi nombre para siempre, este es mi memorial por todos los siglos.”

El Maestro de la Obra Segunda es Jesucristo y el Maestro de la Obra Tercera, el Espíritu Santo. Ahora, el Espíritu Santo trabajó en la Primera Obra con Jehová de los Ejércitos, por eso llamamos la Obra Triunfal.

¿Por qué decimos Trinidad? ¿Qué quiere decir la voz del trueno? ¿Por qué se llama Tribunal Celestial? ¿Por qué decimos el Trono de Dios? En la Santa Trinidad no hay desacuerdo, pero es en la tierra donde cuesta entendernos.

Parece que la torre de Babel siempre quiere estar en pie. Les decía: el Espíritu Santo trabajó de lleno con Jehová de los Ejércitos. ¿No leemos en muchos capítulos del Viejo Testamento que los profetas comienzan así: Y fué á mí palabra de Jehová diciendo etc., etc.?

Así como dice Isaías (cap. 61) hablando de Nuestro Señor o del Mesías: El espíritu del Señor Jehová es sobre mí, porque me ungió Jehová; hame enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos.”

Ahora yo les pregunto: ¿cómo puede llegar la palabra de Dios al hombre sin ser sueño ni visión? Ahora el que dice “yo oí la voz de Dios”, tiene que haberla oído en verdad.

¿Qué dice en los Hechos, cap. 2? ¿Qué pasó el día de Pentecostés? Podemos decir que el que estudió y sabe hablar distintos idiomas, pero por estudio o porque desde chico viene atravesando distintos países y con el andar de los años, aprendió varios idiomas.

¿Podemos decir que ese es el Espíritu Santo que recibieron los Apóstoles? ¿Se puede comparar una cosa completamente terrena con otra completamente espiritual? ¿Qué interpretación se le puede dar al día de Pentecostés? ¿Y qué me dicen de Débora profetisa y Barac, que vencen a Sísara y al Rey de Jabín?

¿Qué quiere decir profetisa? ¿Cómo profetizan? ¿Quién las inspira? Aprovecho esta oportunidad para saludar a todas las profetisas en el Nombre del Señor.

Felipe tenía también cuatro hijas doncellas que profetizaban.

Leemos en Éxodo, cap. 15, vrs. 20 y 21, que dice: “Y María la profetisa, hermana de Aarón, tomó un pandero en su mano, y todas las mujeres salieron en pos de ella con panderos y danzas; y María les respondía: Cantad a Jehová; porque en extremo se ha engrandecido, echando en la mar al caballo, y al que en él subía.”

¿Cuáles son las lenguas humanas y angelicales, que dice San Pablo a los Corintios?

Vemos que se ponen muy armónicos el Viejo Testamento y el Nuevo. ¿No les parece? ¿Qué dice en primera Samuel, cap. 10, vr. 10? “Y cuando llegaron allá al collado, he aquí la compañía de los profetas que venía a encontrarse con él, y el espíritu de Dios lo arrebató, y profetizó entre ellos. Y aconteció que, cuando todos los que le conocían de ayer y de antes, vieron como profetizaba con los profetas, el pueblo decía el uno al otro: ¿Qué ha sucedido al hijo de Cis? ¿Saúl también entre los profetas?

Ahora, en el Nuevo Testamento, hallamos escrito en los Hechos de los Apóstoles, cap. 8, vr. 26, que dice: “Empero el ángel del Señor habló a Felipe, diciendo: Levántate y ve hacia el mediodía, al camino que desciende de Jerusalém a Gaza, el cual es desierto. Entonces él se levantó, y fue: y he aquí un Etíope, eunuco, gobernador de Candace, reina de lo Etíopes, el cual era puesto sobre todos sus tesoros, y había venido a adorar a Jerusalém, se volvía sentado en su carro, y leyendo el profeta Isaías. Y el Espíritu dijo a Felipe: llégate y júntate a este carro. Y acudiendo Felipe, le oyó que leía el profeta Isaías, y dijo: Mas ¿entiendes lo que lees? Y dijo: ¿Y cómo podré, si alguno no me enseñare? Y rogó a Felipe que subiese, y se sentase con él. Y el lugar de la Escritura que leía, era éste: Como oveja a la muerte fue llevado; y como cordero mudo delante del que la trasquila, así no abrió su boca: En su humillación su juicio fue quitado: Mas su generación, ¿quién la contará? Porque es quitada de la tierra su vida. Y respondiendo el eunuco a Felipe, dijo: Ruégote, ¿de quién el profeta dice esto? ¿de sí, o de otro alguno? Entonces Felipe, abriendo su boca, y comenzando desde esta escritura, le anunció el evangelio de Jesús. Y yendo por el camino, llegaron a cierta agua; y dijo el eunuco: He aquí agua; ¿qué impide que yo sea bautizado? Y Felipe dijo: Si crees de todo corazón, bien puedes. Y respondiendo, dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios. Y mandó parar el carro: y descendieron ambos al agua, Felipe y el eunuco; y bautizóle.

Y como subieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe; y no le vio más el eunuco, y se fue por su camino gozoso. Felipe empero se halló en Azoto: y pasando, anunciaba el evangelio en todas las ciudades, hasta que llegó a Cesarea.”

Quiere decir entonces que por el Espíritu de Dios trabajaron los profetas, profetisas del Viejo y Nuevo Testamento, como así los Santos Apóstoles.

Ahora, estos tres reinos en uno, como lo es el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, tienen la misma organización y base, cada uno, como decía al principio, con su propio Maestro, su base y fundamento, de doce personas.

Así Jehová con los doce Patriarcas cabeza de las Doce Tribus, Jesús con sus doce Apóstoles de la Segunda Obra.

¿Y la Obra del Espíritu Santo, queda sin los doce?

¿Por qué la Obra del Espíritu Santo no puede tener sus doce Apóstoles? Tenemos tres Ministerios, como les decía en la predicación anterior, y tenemos también tres leyes: la Ley que Dios le dio a Moisés, la Ley de Cristo y la Ley del Espíritu. (Gálatas 5, vr. 18). Por eso está escrito: “El que anda según la Ley del Espíritu, no hay ley que lo condene.”

Así que todo se compone de Tres; así que cada uno de los Tres con sus doce, que son doce, veinticuatro, treinta y seis.

Por eso leemos en el Apocalipsis los veinticuatro ancianos. Faltan doce al parecer.

Ahora, San Pablo a los Corintios, 2a Epístola, cap. 12, vrs. 11 y 12, dice: “Heme hecho un necio en gloriarme: vosotros me constreñisteis; pues yo había de ser alabado de vosotros: porque en nada he sido menos que los sumos apóstoles, aunque soy nada. Con todo esto, las señales de apóstol han sido hechas entre vosotros en toda paciencia, en señales, y en prodigios, y en maravillas.”

En el cap. 11 del mismo libro, vr. 5, dice: “Cierto pienso que en nada he sido inferior a aquellos grandes apóstoles.”

Así que como vemos, al nombrar dos veces, lo hace con palabras distintas: en una dice sumos Apóstoles y en otra dice: grandes Apóstoles. Por algo dijo el Apóstol Pedro, refiriéndose a Pablo, que en sus Epístolas había algunas difíciles de entender. Y creemos nosotros por la gracia de Dios, que en verdad, en nada era San Pablo inferior que aquellos grandes Apóstoles, y del mismo modo, en nada era menos que los sumos Apóstoles, por cuanto la sabiduría, el misterio, el hablar en lenguas, la interpretación de las mismas, la revelación que Dios le había dado, están a la altura de los grandes hombres de Dios.

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