Sobre el Reposo

Libro "La Biblia Aclarada", Cap. 10, Tomo 1

Narración: Hno. Mauricio Genolet

En la Epístola de San Pablo a los Hebreos, capítulo 4, hallamos algo muy importante. Se trata nada menos que del reposo, ese reposo tan deseado, tan anhelado por la criatura humana, especialmente para el cristiano, como así también para el judío, y en fin, diremos para todos, porque este asunto del reposo, es una lucha y una esperanza que en estos últimos tiempos todos esperamos con ansiedad.

Pero este problema del reposo es muy delicado, por cuanto cada cual lo busca a su manera, y lo acomoda en la mejor forma que le parece; pero lo cierto es que una fuerza sobrenatural lo rige, y nadie lo podrá apartar a este reposo, del sendero que Dios le trazó.

Empezamos por la criatura humana, que piensa trabajar, y trabajar como corresponde, para arreglarse, como vulgarmente se dice, pero cuando se quiere arreglar, acomodar, en fin, que ya quiere disfrutar del fruto de su trabajo, se muere, así que el descanso que él quería tener en vida muy poco lo aprovecha.

Si es rico, tiene que estar atento, cuidar sus bienes, tratar de mejorarlos cada día, como es costumbre, y por lo tanto no deja de tener su preocupación.

Ahora, buscando en la Biblia, hallamos enseguida que Dios le dio, a la Casa de Israel, un día de reposo, y ese día, es indiscutible, fue el sábado.

Ahora bien, razonemos y veamos que ese sábado se compone de veinticuatro horas, y después a trabajar otra vez, y así sucesivamente todas las semanas.

Por lo tanto, se trató para la Casa de Israel, de un descanso, no eterno, sino de un descanso, podríamos decir provisorio, un descanso también necesario para el hombre. Y más aún de un descanso simbólico, bosquejo y sombra del verdadero descanso.

Los hombres establecieron el descanso del día domingo, que físicamente y espiritualmente, la criatura humana precisa un día de descanso, que en ese caso sería lo mismo, el descanso, cualquier otro día de la semana, tratándose, digo, de la necesidad que tiene la persona de descansar.

Ahora, saliendo de los días, encontramos que se buscó otro reposo, y volviendo a lo que no es de los hombres, sino de Dios, encontramos que Josué, hijo de Nun, introdujo al Pueblo de Israel a la tierra prometida que destilaba leche y miel.

Entró, pues, Israel en aquellas tierras, como Dios les había prometido, y muchos siglos (aproximadamente 15 siglos) poseyeron la tierra que Dios le dio (Josué, capítulo 13) pero no fueron eternos en ella, sino les sucedió lo que el mismo Moisés les había dicho, de parte de Dios, Jehová de los Ejércitos.

Y como lo dice Pablo, en el capítulo al comienzo citado, vr. 8 que dice:

Porque si Josué les hubiera dado el reposo, no hablaría después de otro día.”

Así que queda demostrado, bien claro, y a la vista nuestra que ni el día fue eterno, ni tampoco el descanso en la tierra, sino fue una sombra y bosquejo, porque ya sabemos el quebrantamiento que vino después, y que ha llegado hasta nuestros días, porque se vino encima la profecía.

Vuelve el pueblo a buscar otra vez el reposo, mientras varios pueblos se quieren disputar, para sí, el reposo y el descanso de parte de Dios. Pero sucede en esto, como habla Jesús en el Evangelio, respecto a la venida de Cristo y como leemos en San Mateo, capítulo 24, vrs. 23 hasta 27, que dice:

He aquí está el Cristo, o allí, no creáis.

Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y darán señales grandes y prodigios; de tal manera que engañarán, si es posible, aun á los escogidos.

He aquí os lo he dicho antes.

Así que, si os dijeren:

He aquí en el desierto está; no salgáis: He aquí en cámaras; no creáis.

Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre.” Sucede ahora del mismo modo, con el reposo: cada uno lo busca a su manera. Lo cierto es que aquí en la tierra no está el reposo eterno.

Aquí el reposo es temporal, o sea, pasajero.

Por eso está escrito (San Mateo, capítulo 6, vrs. 19, 20 y 21): “No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompe, y donde ladrones minan y hurtan; Mas haceos tesoros en el cielo, donde ni polilla ni orín corrompe, y donde ladrones no minan ni hurtan: Porque donde estuviere vuestro tesoro, allí estará vuestro corazón.”

Como les decía, muchos quieren disputarse el reposo aquí y unos dicen aquí, y otros allí.

Lo cierto es que el reposo eterno, aquí en la tierra no está.

El único reposo verdadero que tenemos, es el que nos ofrece Cristo Jesús, así como Él dice en el Evangelio según San Juan, capítulo 14, vr. 27:

La paz os dejo, mi paz os doy: no como el mundo la da, yo os la doy. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo. Habéis oído cómo yo os he dicho: Voy, y vengo á vosotros. Si me amaseis, ciertamente os gozaríais, porque he dicho que voy al Padre: porque el Padre mayor es que yo.”

El reposo que tenemos aquí en la tierra, es la paz que sólo Cristo nos puede dar, por eso dijo:

La paz os dejo, mi paz os doy: no como el mundo la da, yo os la doy.”

Si en verdad hemos creído, y si en verdad hemos gustado de esa paz, desde ya hemos entrado en su reposo, y todos los días entonces son santos, y nos vamos preparando para entrar en su reposo. Porque el reposo que dice San Pablo a los Hebreos, capítulo 4, no se compone de estos días ni de estas tierras, porque como les decía en la predicación anterior, entre tierra hay tierra.

No les discuto que aquí en la tierra faltan cumplirse algunas profecías. También les aclaro que hay que interpretarlas bien, y eso de interpretarlas, solamente con la guía y la gracia del Trino Triunfal.

Lo que les digo, por la misma documentación bíblica, es que ni este cielo ni esta tierra serán eternos, pues bien claro está escrito (Apocalipsis 21): “Y vi un cielo nuevo, y una tierra nueva: porque el primer cielo y la primera tierra se fueron, y el mar ya no es.”

Hay muchos versículos en los distintos libros de la Santa Biblia para documentar estos pasajes sobre el fin. Pero creo más conveniente citar San Pablo a los Corintios, primera epístola, capítulo 15, vr. 34 hasta terminar, dice así: “Velad debidamente, y no pequéis; porque algunos no conocen á Dios: para vergüenza vuestra hablo.

Mas dirá alguno: ¿Cómo resucitarán los muertos? ¿Con qué cuerpo vendrán?

Necio, lo que tú siembras no se vivifica, si no muriere antes. Y lo que siembras, no siembras el cuerpo que ha de salir, sino el grano desnudo, acaso de trigo, ó de otro grano: Mas Dios le da el cuerpo como quiso, y á cada simiente su propio cuerpo.

Toda carne no es la misma carne; mas una carne ciertamente es la de los hombres, y otra carne la de los animales, y otra la de los peces, y otra la de las aves.

Y cuerpos hay celestiales, y cuerpos terrestres; mas ciertamente una es la gloria de los celestiales, y otra la de los terrestres:

Otra es la gloria del sol, y otra la gloria de la luna, y otra la gloria de las estrellas: porque una estrella es diferente de otra en gloria.

Así también es la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción se levantará en incorrupción; se siembra en vergüenza, se levantará con gloria; se siembra en flaqueza, se levantará con potencia; se siembra cuerpo animal, resucitará espiritual cuerpo. Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual.

Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adam en ánima viviente; el postrer Adam en espíritu vivificante.

Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual.

El primer hombre, es de la tierra, terreno: el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo.

Cual el terreno, tales también los terrenos; y cual el celestial, tales también los celestiales. Y como trajimos la imagen del terreno, traeremos también la imagen del celestial. Esto empero digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios; ni la corrupción hereda la incorrupción.

He aquí, os digo un misterio: Todos ciertamente no dormiremos, mas todos seremos transformados. En un momento, en un abrir de ojo, a la final trompeta; porque será tocada la trompeta, y los muertos serán levantados sin corrupción, y nosotros seremos transformados.

Porque es menester que esto corruptible sea vestido de incorrupción, y esto mortal sea vestido de inmortalidad. Y cuando esto corruptible fuere vestido de incorrupción, y esto mortal fuere vestido de inmortalidad, entonces se efectuará la palabra que está escrita:

Sorbida es la muerte con victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?

Ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y la potencia del pecado, la ley. Mas á Dios gracias, que nos da la victoria por el Señor nuestro Jesucristo.

Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es vano.” Este hablar de San Pablo es estupendo, es una maravilla en ciencia de Dios, porque si en verdad entendemos lo que él escribió, no precisamos ir en busca de otros versículos para darnos cuenta de lo que Dios ha preparado para aquellos que le aman y le sirven en verdad. Vamos a repetir los vrs. 43 y 44. Dicen así: “Se siembra en vergüenza, se levantará con gloria; se siembra en flaqueza, se levantará con potencia; Se siembra cuerpo animal, resucitará espiritual cuerpo. Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual.”

Ahora yo les pregunto a ustedes: ¿Por qué dice el apóstol Pablo: “Se siembra en vergüenza, se levantará con gloria”?

¿Por qué se siembra en vergüenza?

¿Cuál es la vergüenza? ¿Por qué se dice: “se siembra en flaqueza, se levantará con potencia”?

¿Por qué dice: “Se siembra cuerpo animal, resucitará espiritual cuerpo”?

¿Cuál es el cuerpo animal, y el cuerpo espiritual?

Parece que salí fuera del tema, pero seguiremos esta predicación el viernes próximo, si Dios quiere, y volveremos al tema del reposo, tan deseado y anhelado por la criatura humana.

Newsletter

Recibe en tu correo las últimas novedades

No dudes en comunicarte con nosotros, estamos a tu disposición.

contacto@labibliaesclarecida.org