El Paralítico de Capernaum

Libro "La Biblia Aclarada", Cap. 8, Tomo 1

Narración: Hno. Mauricio Genolet

En esta predicación, nos ocuparemos de estudiar un pasaje hermoso del Evangelio según San Marcos, cap. 2, en el que leemos así:

Y entró otra vez en Capernaum después de algunos días, y se oyó que estaba en casa.”

Y luego se juntaron a él muchos que ya no cabían ni aun a la puerta; y les predicaba la palabra.”

Entonces vinieron a él unos, trayendo un paralítico que era traído por cuatro, y como no podían llegar a él a causa del gentío, descubrieron el techo de donde estaba, y haciendo abertura, bajaron el lecho en que yacía el paralítico. Y viendo Jesús la fe de ellos, dice al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados. Y estaban allí sentados algunos de los escribas, los cuales, pensando en sus corazones, decían: ¿Por qué habla este así?

Blasfemias dice: ¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios? Y conociendo luego Jesús en su Espíritu que pensaban así dentro de sí mismos, les dijo:”

“¿Por qué pensáis estas cosas en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil decir al paralítico: tus pecados te son perdonados, o decirle: levántate y toma tu lecho y anda? Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra, de perdonar los pecados, (dice al paralítico): A tí te digo: levántate, y toma tu lecho, y vete a tu casa.”

Entonces él se levantó luego, y tomando su lecho, se salió delante de todos, de manera que todos se asombraron y glorificaron a Dios, diciendo: Nunca tal hemos visto.”

Ahora bien, vamos a detenernos un poco, a meditar y estudiar el vr. 4 donde dice: “Y como no podían llegar a él a causa del gentío, descubrieron el techo de donde estaba, y haciendo abertura, bajaron el lecho en que yacía el paralítico.”

Pensemos bien lo que está escrito: si no podían llegar a la casa donde estaba Jesús por el gentío, ¿cómo llegaron al techo de la casa?

Creo que en aquel entonces no había helicóptero ¿no es así? Por otra parte, la Escritura no miente.

¿Cómo arreglamos entonces este asunto? Si alguno nos viene a preguntar, ¿qué le diremos?

Por otra parte, creo que por más gente que hubiese habido, al ver que cuatro hombres traen un paralítico, para ser sanado, ¿cómo no le iban a facilitar el camino de entrada a la casa, siendo que la misma ley judía enseña a socorrer el buey o asno que se cayese a un pozo, aunque fuese en día sábado? Así que, de ninguna manera podemos entender cómo llegaron al techo de la casa, porque si el viaje lo hicieron por tierra, llegados a la casa les quedaba más fácil entrar por la puerta, que subir arriba de la casa, a romper el tejado, haciendo abertura, y bajar al paralítico con toda la cama. Como ustedes pueden imaginar, si interpretamos así la Escritura, conforme está escrita, estaban arreglados los dueños de casa de entonces. Porque para bajarlo con cama y todo, el daño no debe de haber sido pequeño.

Quiera Dios darnos gracia, para entender su santa y divina palabra. Con esta lectura, se ve bien claro que los apóstoles de Nuestro Señor Jesucristo, como así los Evangelistas, aprendieron también ellos a hablar en parábolas, con toda guía y gracia de Dios.

Para que sucediese con ellos también el dicho del profeta (Habacuc, capítulo 2, vr. 2): “Escribe la visión y declárala en tablas, para que corra el que leyere en ella.” Por eso dijo el apóstol: “¿Son todos profetas? ¿Todos doctores? ¿Todos facultades? ¿Tienen todos dones de sanidad? ¿Hablan todos lenguas? ¿Interpretan todos?” (Primera Corintios, 12, vrs. 29-30).

Por eso está escrito (Eclesiastés, 12, vr. 10):

Procuró el predicador hallar palabras agradables y escritura recta, palabras de verdad. Y cuanto más sabio fue el predicador, tanto más enseñó sabiduría al Pueblo, e hizo escuchar e hizo escudriñar y compuso muchos proverbios.” Así que vamos a ver qué les parece a ustedes. ¿Quién era el paralítico? ¿Quiénes eran los cuatro que lo llevaban? ¿Qué significado tiene la rotura del techo?

¿No les parece muy importante la guía y la gracia con que el Evangelista San Marcos describe este hermoso pasaje de milagro y de gloria de Nuestro Señor?

Lo que pasó fue esto: que aprovechando San Marcos como así también San Lucas, uno de los muchos milagros hechos por nuestro Señor Jesucristo, el Señor mismo les dio entendimiento para que junto con el milagro que terminaban de ver realizado, pudiesen apreciar también algo más profundo, de interés general, de una trascendencia histórica, para la gloriosa Obra que Cristo venía a este mundo a realizar. Por eso fue que tanto San Marcos como San Lucas, escribieron lo sucedido de una forma simbólica. Pero que con la ayuda y la gracia del Espíritu Santo, Elías, Mensajero de Dios, pudo descifrar, y Eliseo preparar.

El paralítico, era el mundo, o sea los que lo habitan. Porque, como está escrito: “La ley y los profetas, hasta Juan profetizaron”, quiere decir que desde entonces Israel iba a carecer de profetas, y en cuanto a la Ley, quedaba abierto el camino de la gracia que presentaba el Salvador, o sea el Mesías, cosa que fue entendida y aprovechada por los Santos Apóstoles y muchos de la Casa de Israel. Todo el mundo sabe que la casa de Israel fue esparcida por toda la tierra, y los profetas se terminaron. Entonces el mundo había quedado paralítico.

Pero eso, si no hubiese intervenido Nuestro Señor. Nuestro Salvador Jesucristo intervino a tiempo, y le encargó el paralítico a aquellos cuatro hombres, que no eran otros que Mateo, Marcos, Lucas y Juan, o sea, los cuatro Evangelistas. (Gloria a Dios).

Entonces el mundo pudo salir del parálisis en que había caído, mediante su gran médico y Salvador, Nuestro Señor Jesucristo. (Gloria a Dios).

Ahora el que atravesó los cielos, y que podemos decir abrió los cielos, haciendo abertura, como dice San Marcos, fue Nuestro Señor Jesucristo, por cuanto Él vino del cielo, porque, lo crean o no lo crean, lo entiendan o lo dejen de entender, Jesús vino a este mundo por virtud del Espíritu Santo. Porque a Dios, que hizo al primer hombre de barro, y lo convirtió en alma viviente, a él, ¿por qué le quitaremos poder de hacer nacer un hombre santo, creado por su propio poder y virtud?

Así que es Cristo el que hizo abertura al techo que son los cielos, que es lo que escribió como en parábola San Marcos. Y los cuatro Evangelistas que entendieron el misterio de Dios, atravesaron los cielos como Cristo, pero entonces, ellos solamente hicieron ese recorrido con el entendimiento, o sea con la mente, y lo que ellos entendieron, trataron de hacérselo entender al paralítico. Ahora, en cuanto al paralítico, se ve bien claro que correspondía al mundo, porque si Cristo no hubiese venido con la luz del Evangelio, el mundo hubiese quedado paralítico, sin ningún contacto divino, y completamente cortado de todo lo que pertenece a Dios.

En vez, mediante Cristo y su Evangelio, el parálisis se quitó, porque el contacto divino llegó. Por eso está escrito (San Mateo 5, vr, 13): “Vosotros sois la sal de la tierra: y si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada?” Ahora, a todo esto, hay que mezclarle fe, porque así también está escrito: “La fe es la sustancia de todas las cosas.” Fe, tanto para ser sanado, para ser ayudado, fe para ser protegido, fe para ser perdonado, fe para ser salvo, redimiendo el tiempo, porque los días son malos.” (Efesios 5, vr. 16).

Y así dice el apóstol Pablo a los Romanos, capítulo 13, vr. 11: “Y esto, conociendo el tiempo, que ya es hora de levantarnos del sueño; porque ahora nos está más cerca nuestra salud que cuando creímos. La noche ha pasado, y ha llegado el día: echemos, pues, las obras de las tinieblas y vistámonos las armas de luz. Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lechos y disoluciones, no en pendencias y envidia. Mas vestíos del Señor Jesucristo, y no hagáis caso de la carne, en sus deseos.”

Porque Cristo nos hizo libres de la ley, del pecado y de la muerte. Ahora, no tomemos la libertad de Cristo como desenfreno. Por eso está escrito:

Sed santos, como yo soy santo.”

Nos hizo libres del yugo de la ley de letra, para darnos la Ley del Espíritu, y nos libró del pecado, para que no sirvamos al mundo con sus concupiscencias, sino a Dios con su verdad.

Y así nos libró de la muerte segunda, como lo dice en Apocalipsis, capítulo 21, vr. 8:

Mas a los temerosos e incrédulos, a los abominables y homicidas, a los fornicarios y hechiceros, y a los idólatras, y a todos los mentirosos, su parte será en el lago ardiente con fuego y azufre, que es la muerte segunda.”

Así que, volviendo al comienzo, damos gracias a Dios, y a Nuestro Señor Jesucristo, que mediante el Espíritu Santo y el Evangelio eterno que estos cuatro hombres representan, hemos hallado el camino hacia la inmortalidad, el camino del Triunfo, que es también el camino del Trino; todo está en que tratemos de estudiar el camino. Camino de la Gloria, que, como Cristo dejó escrito en su Santo Evangelio, según San Juan, capítulo 14, vr. 6, que dice:

Yo soy el camino, la verdad y la vida, nadie viene al Padre, sino por mí.”

Como les decía, todo está en que tratemos de estudiar el camino. Porque San Pablo dice a los Corintios, primera Epístola, cap. 13, vr. 11: “Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, mas cuando ya fui hombre hecho, dejé lo que era de niño.”

Quiera Dios que meditemos, que estudiemos la palabra que estos santos hombres de Dios, escribieron por inspiración divina, para nuestra gloria.

Pues, como dijo nuestro Señor Jesucristo, (San Mateo 16, vr. 20): “Porque, ¿de qué aprovecha al hombre si granjeare todo el mundo, y perdiere su alma? O ¿qué recompensa dará el hombre por su alma?

Pensemos que en este mundo, no somos eternos, busquemos la forma de agradar a Dios. ¿Cómo podemos agradar a Dios? Sin duda, haciendo bien, no deseando mal a nadie, ni pagando mal por mal, dejando el juicio en manos de Dios.

Como está escrito: “Examinadlo todo, retened lo bueno.” Eso es lo que debemos de hacer, porque examinando imparcialmente todas las cosas, llegaremos, con la ayuda de Dios, a la conclusión de qué es lo que nos conviene hacer. Porque Dios mismo ha dejado a la criatura humana en libertad, para que elija, busque, razone en los días de su vida, qué le conviene hacer.

Mientras por otro lado, entregó a su Hijo Unigénito, a la muerte, y muerte de la cruz, para tener el derecho, o sea la potestad de perdonar los pecados a todos aquellos que en Él creen, para que no se pierdan, antes tengan vida eterna. Si muchas cosas, al parecer no están aquí en la tierra bien, ¿por qué le culparemos a Dios, sin pensar ni meditar, sabiendo que es Dios el que da la inteligencia y la sabiduría?

Por eso, para cerrar esta predicación, recordaré la palabra del Rey Salomón, donde dice (Eclesiastés, cap. 10, vr. 13): “También vi esta sabiduría debajo del sol, la cual me parece grande. Una pequeña ciudad, y pocos hombres en ella; y viene contra ella un gran Rey, y cércala, y edifica contra ella grandes baluartes. Y hállase en ella, un hombre pobre, sabio, el cual libra la ciudad con su sabiduría; y nadie se acordaba de aquel pobre hombre. Entonces dije yo: Mejor es la sabiduría que la fortaleza, aunque la ciencia del pobre sea menospreciada, y no sean escuchadas sus palabras.”

Las palabras del sabio, con reposo son oídas, más que el clamor del Señor entre los necios. Mejor es la sabiduría que las armas de guerra; mas un pecador, destruye mucho bien.

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