Insistiendo otra vez en la Obra Tercera, conviene leer la Epístola de San Pablo a los Efesios, cap. 4, vrs. 7, 8 y 11, que dicen: “Empero, a cada uno de nosotros es dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo. Por lo cual dice: Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad y dio dones a los hombres. Y Él mismo dio unos, ciertamente Apóstoles y otros Profetas y otros evangelistas y otros pastores y doctores.”
Todos estos dones están, por la gracia de Dios, entre nosotros. Empezando por los doce Apóstoles de la Tercera Obra, los cuales no podían faltar en el concierto de los Tres. ¿Cómo se reciben los dones? ¿Cómo habla San Pablo a los Corintios, primera Epístola, caps. 12, 13 y 14? Así como dice y habla San Pablo, así es entre nosotros. (Gloria a Dios).
Lo que les digo en el nombre del Señor, es que los dones de: Jacobo, Pedro y Juan, Felipe y Bartolomé, Mateo, Tomás, Lebeo, Andrés, Santiago, Simón, Matías, están entre nosotros. (Gloria a Dios).
San Pablo dice (1 Corintios, cap. 12, vrs. del 7 hasta el 11): “Empero a cada uno le es dada manifestación del Espíritu para provecho, porque a la verdad, a éste es dada por el Espíritu, palabra de sabiduría, a otro, palabra de ciencia, según el mismo Espíritu. A otro fe por el mismo Espíritu y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu; a otro, operaciones de milagros y a otro profecías; y a otro discreción de Espíritus y a otro, géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas. Mas todas estas cosas obra uno y el mismo Espíritu, repartiendo particularmente a cada uno como quiere.”
Ahora bien, volviendo a los doce Apóstoles de la Obra Tercera, es bueno que atendamos un poco el Viejo Testamento, porque, como les he dicho antes, no hay discordia entre el Viejo y el Nuevo, sino que hay que poner cada cosa en su lugar. Y así viene una perfecta armonía, porque, ¿cómo podemos pensar de otra manera, siendo que el autor del Viejo Testamento es Dios y el del Nuevo Testamento es Cristo?
Se ve bien claro que están entrelazados los dos pactos y el Espíritu Santo ha sido el encargado en toda la Historia, desde el principio hasta ahora, que estamos a las puertas del fin, de entretejer armoniosamente esta maravillosa Obra del Trío Triunfal. Por eso vamos trabajando nosotros bajo la guía del Espíritu Santo, con el Viejo y Nuevo Testamento a la vez.
Así es que vamos enseguida al Viejo Pacto, en busca de algo interesante, donde hallamos, en primera Reyes, cap. 19, vr. 13 hasta terminar, que dice: “Y cuando lo oyó Elías, cubrió su rostro con su manto, y salió, y paróse a la puerta de la cueva. Y he aquí llegó una voz a él, diciendo: ¿Qué haces aquí Elías? Y él respondió: Sentido he un vivo celo por Jehová, Dios de los Ejércitos, porque los hijos de Israel han dejado tu alianza, han derribado tus altares, y han muerto a cuchillo tus profetas; y yo solo he quedado, y me buscan para quitarme la vida. Y díjole Jehová: Ve, vuélvete por tu camino, por el desierto de Damasco; y llegarás y ungirás a Hazael por rey de Siria; y a Jehú, hijo de Nimsi, ungirás por Rey sobre Israel; y a Eliseo, hijo de Saphat, de Abel-Mehula, ungirás para que sea profeta en lugar de ti. Y será que el que escapare del cuchillo de Hazael, Jehú lo matará, y el que escapare del cuchillo de Jehú, Eliseo lo matará. Y yo haré que queden en Israel siete mil, todas rodillas que no se encorvaron a Baal, y bocas todas que no lo besaron. Y partiéndose él de allí, halló a Eliseo, hijo de Saphat, que araba con doce yuntas delante de sí; y él era uno de los doce gañanes. Y pasando Elías por delante de él, echó sobre él su manto. Entonces, dejando él los bueyes, vino corriendo en pos de Elías, y dijo: Ruégote que me dejes besar mi padre y mi madre, y luego te seguiré. Y él le dijo: Ve, vuelve. ¿Qué te he hecho yo? Y volvióse de en pos de él, y tomó un par de bueyes y matólos, y con el arado de los bueyes, coció la carne de ellos, y dióla al pueblo que comiesen. Después se levantó, y fue tras Elías y servíale.”
En este pasaje hermoso de la vida de Elías, y comienzo de Eliseo, podemos notar que es Dios el que unge, y el que a la vez, saca y pone a los reyes; así, con más razón unge a los profetas, para dejar, como está escrito, siempre lámpara encendida. Ahora, en cuanto a los reinos, unos han sido mejores que otros, a través de la historia del mundo, todo ha venido de acuerdo con la marcha de los pueblos. En cuanto al dicho de que el que escapare del cuchillo de Hazael, Jehú lo matará, y el que escapare del cuchillo de Jehú, Eliseo lo matará. Se ve bien claro, por las quejas que Elías presentó a Dios, que eran tiempos aquellos de un completo descuido de todo lo que era ordenanza de Dios. Habían dejado la alianza con Dios, derribado los altares, muerto a los profetas, y quedaba Elías, y lo buscaban para matarlo. Así que el que escapaba de Hazael, lo mataba Jehú y el que escapaba de Jehú, Eliseo, dice, lo matará. Ahora, el profeta le daba muerte con la palabra que salía de su boca, porque, al profetizar contra los rebeldes, contra todos aquellos que se oponían a toda justicia de Dios, tarde o temprano llegaría el castigo a ellos por sus propias rebeldías, a las que se hacían acreedores. (Oseas 6, vr. 5). Es muy importante esta parte que leemos ahora, del vr. 4 del mismo capítulo, donde dice: “Y él se fué por el desierto un día de camino, y vino y sentóse debajo de un enebro; y deseando morirse dijo: Baste ya, ¡oh Jehová! Quita mi alma; que no soy yo, mejor que mis padres.” Así que, deseando Elías morirse, porque se creía que había quedado solo en Israel para servir a Dios, Dios le responde diciendo: “Y yo haré que queden en Israel siete mil; todas rodillas que no se encorvaron a Baal, y todas bocas que no lo besaron.”
Quiere decir que Dios conoce los corazones, las intenciones, todo lo escudriña, todo lo sabe y lo ve.
Por eso es bueno servir al Dios vivo, al Creador, al que murió en la cruz, pero que resucitó al tercer día con gloria y poder. Porque, ¿quién se puede escapar de los ojos de Dios? ¿A dónde nos meteremos que Él no nos vea? ¿Se puede engañar a Dios como a un niño?
Bienaventurada aquella persona que cuando Dios la mire desde los cielos, la encuentre como estas siete mil, o como las vírgenes prudentes, que velando, esperaban al esposo. Ahora, siguiendo con este pasaje del Viejo Testamento, vemos que Elías halló a Eliseo que araba con doce yuntas delante de sí; y él era uno de los doce gañanes. Y pasando Elías por delante de él, echó sobre él su manto. Ahora bien, si estas cosas no fuesen de un valor profundo, bíblico, ¿qué se nos importaría a nosotros si Eliseo araba con doce yuntas de bueyes o con más o menos cantidad? O si no araba nada del todo, para nosotros sería lo mismo. Pero no es así, no olvidemos lo que dijo el Apóstol Pedro en su Segunda Epístola Universal (cap. 1, vrs. 20 y 21).
Entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de particular interpretación; porque la profecía no fue en los tiempos pasados traída por voluntad humana, sino los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados del Espíritu Santo. Ahora bien, si esto no parece profecía a simple vista, nosotros le decimos que es profecía, y profunda. Si no tiene valor, ¿para qué escribieron eso en la Santa Biblia? Tiene valor, y mucho.
Esto es como la parábola de las tres medidas de harina; ¿qué tiene que ver, al parecer, el reino de los cielos a aquella mujer, que tomando levadura, escondió en tres medidas de harina hasta que todo quedó leudo? Así, este pasaje bíblico, que se repite con Elías y Eliseo del Viejo Testamento, y ahora con Elías y Eliseo de la Tercera Obra. (Gloria a Dios).
Ahora vamos a analizar un poco este pasaje y otros de las Sagradas Escrituras. Empezando que Elías se fue por el desierto camino de un día, quiere decir que estaba él en la primera Obra de los Tres días, que es en la Obra del Padre, o sea de Dios, Jehová de los Ejércitos.
Porque Día quiere decir bíblicamente luz, por eso dice en otra parte los hijos del día. A cada una de las Tres Personas Divinas, corresponde un Día.
Ahora, la parte que habla de los bueyes, hay que entenderla, porque leemos en el Apocalipsis, cap. 5, vr. 6, que dice: “Y miré, y he aquí en medio del trono y de los cuatro animales, y en medio de los ancianos, estaba un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, que son los siete Espíritus de Dios, enviados en toda la tierra. Y él vino, y tomó el libro de la mano derecha de aquél que estaba sentado en el Trono.
Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro animales y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero, teniendo cada uno, arpas, y copas de oro, llenas de perfume que son las oraciones de los santos.” Ahora, ¿podemos pensar y creer que en el trono de Dios hay animales?
¿Que los animales hablen, canten, toquen arpas, que los animales se postren, alabando y reconociendo el poder y misterio de las cosas de Dios? ¿No les parece que hay que entender este gran misterio de Dios, saber descifrarlo, y poner las cosas cada cual en su lugar? El tiempo es ya muy avanzado, hay que explicar y dar razones del misterio de Dios, así quiera Dios dar gracia a todos, y que todos podamos estar al tanto de la Obra de la Santa Trinidad. (Gloria a Dios).
El profeta Ezequiel habla de los cuatro animales también y los describe como son, en su libro, cap. 1, vrs. 5 y 10, dice así: “Y en medio de ella figura de cuatro animales. Y éste era su parecer: Había en ellos semejanza de hombre. Y la figura de sus rostros era rostro de hombre; y rostro de león a la parte derecha en los cuatro; y a la izquierda rostro de buey en los cuatro; asimismo había en los cuatro, rostro de águila.” Como ustedes pueden apreciar, es imposible creer que entre los ángeles y arcángeles, y las bellezas de las cosas de Dios, haya animales de semejante aspecto. Dios ha mostrado así la visión para que, a su tiempo sea declarado y se dé razón de esta gloriosa visión. Por ahora, lo que les adelanto de los cuatro animales, que dicen Ezequiel y Juan en el Apocalipsis, es que estos cuatro, no son animales, sino son cuatro ilustres hombres de Dios, llenos de amor y bondad (de acuerdo a la figura de hombre que Dios les mostraba en la visión). El rostro de león, quiere decir que eran estos hombres, firmes en sus dichos y hechos, no retrocedían ni temían. El rostro de buey, porque a la vez llevaban el yugo, incansables para la Obra de Dios, mansos y humildes. El rostro de águila, por el poder y dominio de sus palabras, atravesando los cielos y planetas.
Pero volvamos a los Apóstoles y a Eliseo con sus doce juntas de bueyes, que parece que nos habíamos olvidado.
Creo que ya podemos ver bien claro que no se trataba de un asunto particular, más sabiendo lo ilustre que fué Elías el Tisbita, y cómo fué arrebatado al cielo, en presencia de Eliseo. Así que el asunto de los bueyes queda aclarado: fué una cosa simbólica; son llamados así por la constancia, la mansedumbre, y el amor al trabajo, respecto a todo lo que pertenece a Dios. Así que repito, se trata de veinticuatro hombres ilustres, que doce pertenecen al Viejo Testamento y doce al Nuevo.
Ahora dice: “Eliseo era uno de los doce gañanes.” Perfectamente, así es; actualmente Eliseo es uno de los doce Apóstoles de la Tercera Obra. (Gloria a Dios).
Así que, como ustedes pueden apreciar, ahí están los treinta y seis. Porque es ahora, que los doce Apóstoles trabajamos con los veinticuatro, y que es lo mismo que decir con el Viejo y Nuevo Testamento. (Gloria a Dios).